¿Había que
pensar el «tiempo», cuando se sabe, desde los griegos, que
su división según los tiempos de la conjugación convierte
su existencia en inasible? ¿Y que, dominando el curso de la
vida, nos conduce a no poder ya imaginarlo sino como una
travesía, entre comienzo y fin, girándonos desde el
principio hacia el fin? Pese a la reiterada invitación de los
poetas: «carpe diem!», todavía no concebimos qué
pueda ser vivir en el presente...
Por eso es por lo que he intentado,
pasando por el pensamiento chino, salir de ese gran pliegue
del «tiempo». Pues China ha pensado el «momento»
estacional y la «duración» de los procesos, pero no una
envoltura que contenga a los dos por igual y que sería el
tiempo homogéneo - abstracto.
Al hacer esto, China nos invita a
releer la fórmula de Montaigne: vivir, no en el presente,
sino «a propósito»; así como a asomarnos a estas nociones
corrientes, que la filosofía, indiferente al ser de estación,
apenas ha explorado: la oportunidad del momento y la
disponibilidad opuesta a la antelación.
Tomaré aquí, a manera de prueba, el
partido de la sabiduría: ¿y si vivir fuera pensar según la
coyuntura del momento (según su «ocurrir»), de un modo
distinto al del intervalo, y por consiguiente salir del gran
drama «existencial» que la filosofía, al erigir el «tiempo»,
ha organizado con tanta precisión?
François Jullien