¿Sigue siendo aún posible
sostener, como hace dos siglos hacía Kant, que la “pregunta
por el hombre” es la pregunta radical de la filosofía? ¿Y
si pudiese argumentarse —por ejemplo diciendo que es imposible
defender la primacía del tiempo sobre el espacio, etc.— que ya no es así? Entonces, ¿cuál sería la
pregunta filosófica a la que reconducir las demás?
¿Y si la pregunta radical de la
filosofía, a la que reconducir las demás, fuese la “pregunta
por el ser” (por el aparecer de lo que aparece, el
mostrarse de lo que se muestra, etc.)?
¿Y si la filosofía sólo
pudiese responder a los retos de su época concibiéndose como
“ontología”, como saber del ser? ¿Y
si pensar filosóficamente ya no significa fundamentar o buscar un fundamento inamovible a todos
los saberes en los que los fenómenos son descubiertos en sus
distintos modos de comparecer y enseñarse (las ciencias, las
artes, etc.)? Entonces, ¿qué es filosofía? ¿De qué trata ésta?
¿Cuál es su principal problema? ¿Estará su desafío mayor en, una
y otra vez, preparar la llegada de
un acontecimiento, del recurrente acontecer del ser en el que fragua un mundo?
Alejandro Escudero