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ALFRED JARRY 
EL SUPERMACHO
novela moderna

ISBN: 978-84-15757-67-2
Año: 2023
Páginas: 178
Formato: 149 x 220 mm
Precio con IVA: 16  €

Libros del último hombre, 33

Traducción:
Hugo Savino

EL AUTOR Y SU LIBRO:

Alfred Jarry (1873-1907) ha sabido estar presente de mil maneras en su obra. Las más de las veces disimulado tras la máscara de una risa corrosiva y aniquiladora. Annie Le Brun, mirando la foto de Jarry entre sus compañeros del Liceo, lo identifica con uno de los personajes que él mismo describe: «la sombría amplitud de sus ojos, llena de cosas inquietantes que atestiguan la raza de la que nacen los desertores o los asesinos». Palabras de Jarry que contienen su autorretrato.

Genio risueño a la par que violento, su existencia rechaza cualquier forma de impostura. Por eso, la inventiva de su lenguaje no se explica por su estrafalaria existencia previa, sino que ésta es la consecuencia de su abrupta entrada en la literatura. Muestra de ello es el «merdre» con que se presenta en el escenario preparando la aparición del rey Ubú (esto fue en 1896 en sus tan sólo dos escasas representaciones), llamado a arruinar desde ese momento las formas consagradas durante siglos de la producción teatral.
Los surrealistas fueron los primeros en aprender de él que la fuerza poética es inseparable de una no disimulada criminalidad, creando una sensibilidad que ha impregnado por completo la literatura del siglo XX, de la que Jarry es su antecedente inmediato.

Por eso, un lector sin pudor, como lo es Annie Le Brun, en su más que notable postfacio («Lo pequeño que es un elefante», que acompaña a nuestra edición), ha sabido ver en El Supermacho la obra maestra que es, y a Alfred Jarry como una de las cumbres literarias sin las que la literatura del siglo XX no habría sido lo que ha llegado a ser.

No es fácil decir qué es El Supermacho : «novela moderna», pero ¿qué la hace «moderna»? Aquí hay que señalar que Jarry ha pretendido adelantarse a su tiempo. El Supermacho se publica en 1902, pero transcurre en 1920 y anticipa toda clase de avances tecnológicos e incluso morales. Pero también literarios. El Supermacho es por tanto la expresión de una modernidad futura, realizada de antemano, única en su género. Así, pues, antimoderna.

En 1902, Jarry le ha prometido a su amiga Rachilde «escribir como todo el mundo». Aunque, por supuesto, dentro de un mundo moderno anticipado, cuyos problemas piden «soluciones imaginarias», efectivamente dispuesto para la práctica de una «ciencia» —la ‘Patafísica— de cuya existencia sólo Jarry conoce el secreto.

Ciencia patafísica reservada al parecer a su producción novelística, propuesta en 1897 (Los días y las noches), prolongada sin citarla en 1902 (El Supermacho), pero que debemos suponer perfectamente establecida y siguiendo su curso en el imaginario y anticipado 1920 en que transcurre su acción. Finalmente mantenida hasta el momento de su muerte (1907), mientras trabaja en otro de sus increíbles personajes: el Dr. Faustroll, el patafísico por excelencia.

El Supermacho da cobijo a un personaje memorable, André Marcueil, tan pretendidamente común que es precisamente eso lo que tiene de extraordinario (tal vez como quiso serlo el propio Jarry). El razonador Marcueil desafía los límites de lo razonable. El calculador Marcueil sólo tiene ojos para el exceso con que se practica el amor que «uno siempre puede hacer indefinidamente», tentado por el «y más» del retozo continuado que da la medida del «más allá de las fuerzas humanas». El hosco Marcueil que se enamora del amor, tras descubrir a la mujer en ese «trocito» de ella que ha logrado resistir sus 82 asaltos en un solo día y cuando siente que la va a perder. Entrando en su adoración («la adoro») hasta el punto de que al hacerlo es capaz de enamorar a la propia «máquina de inspirar amor», creada para inspirárselo a él mismo, convertido finalmente en un torrente de lágrimas de cristal.

«Y más».

VOCES DE LA CRÍTICA:

Hay libros que ya no cerramos porque basta con abrirlos para que con ellos se abra el horizonte. Sin aparentemente cambiar, el paisaje adquiere de repente otra profundidad que inquieta poco a poco todas las perspectivas. De este desorden muy particular, cuya esperanza es ella sola una de los raros motivos para leer, El Supermacho constituye a mi parecer la más hermosa cristalización.

Pero, ¿cuál es su verdadera fuerza? ¿Cómo se transforma el amor, piedra escurridiza que rueda por la espuma de los deseos, en proyectil? Y a una velocidad de la que no podemos recuperarnos, como un proyectil que despedaza los personajes, destruye los lugares y petrifica la duración, para llegar y dar de lleno en eso que llamamos literatura.

Annie La Brun

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