Todas estas experiencias artísticas parecen
invocar de manera tangencial gérmenes de
narración, matrices de narración (como la espera,
la búsqueda y la captura) que están siempre en
ciernes de propagación, como si las narraciones, a fuerza de
proliferar en nuestras sociedades de manera banal, tuviesen necesidad
de una purificación que las condujese a su estado
más primario o elemental. Quizá no sea
éste el problema más grave, quizá el
problema estribe en la necesidad apremiante de vivir de narraciones, de
historias, de cuentos, pero también en el imperativo tanto o
más apremiante de no contentarse sólo con eso, de
quedarse en unas simples briznas de narraciones, descreídos
de la Historia e incluso de las historias, pero no del todo,
ahítos de lo insustancial, ansiosos sencillamente
de un resplandor narrativo, efímero y esplendoroso, el de
una pluma ondulante, la del sombrero de una dama...
Ricardo Tejada